APRECIACIONES-LA TRIBUNA,
Hoy, 13 de septiembre, se cumplen tres
años de la desaparición de Diego Jesús Jiménez, el poeta de Priego (Cuenca),
uno de los más grandes de los que ha dado la región castellano-manchega.
Nació el día de Nochebuena de 1942, y pasó
su infancia en el pueblo conquense, y a él están ligados para siempre su
memoria y su afecto. La Casa de la Cultura del pueblo lleva su nombre. En estos
momentos, se están ultimando los detalles para establecer allí una Fundación
Cultural dedicada a su obra. Desde el año 2000, la Universidad de Castilla-La
Mancha organiza en la localidad uno de sus cursos de verano, Leer y
entender la poesía, por el que han pasado a ofrecer lecturas poéticas
y conferencias los mejores poetas, estudiosos y críticos literarios del país y,
en ocasiones, de otros países. El curso de este verano estuvo dedicado a otro
grande de nuestras letras: Félix Grande.
La obra de Diego J. Jiménez consta de 10
colecciones mayores de poesía y varios ensayos, y está recogida en varias
antologías. Recibió numerosos premios, entre otros: el Adonais en 1964
por La Ciudad; el Juan Ramón Jiménez en 1990 por Bajorrelieve; el
Nacional de Literatura en 1968 por Coro de Ánimas, y otra vez,
en 1997 por Itinerario para náufragos, que también mereció el
Premio de la Crítica y el Premio Internacional Jaime Gil de Biedma en
1996. Cultivo también el periodismo y la pintura.
Tres de las personas más cercanas a Diego
Jesús, y máximos colaboradores desde el núcleo de la organización de los cursos
de verano, los profesores Juan M. Molina Damiani, Martín Muelas Herráiz y
Ángel Luis Luján son autores de dos libros sobre la poesía del poeta conquense.
Los dos primeros recopilaron 59 artículos sobre su poesía, más una breve
antología, bajo el título La Poesía de Diego Jesús Jíménez, Ediciones
de la Universidad de Castilla-Mancha, Cuenca, 2007. Ángel Luis Luján realizó
en Desde las márgenes de un río. La poesía coral de D. J.
Jiménez, Ediciones Litopress, Córdoba, 2006, el más completo y más
profundo estudio hasta la fecha sobre nuestro poeta.
Antes, en 2001, Juan José Lanz reunió en
un volumen Bajorrelieve e Itinerario para náufragos, Cátedra,
Letras Hispánicas, con una amplísima introducción que sitúa a nuestro autor en
lo más alto de la creación poética contemporánea.
Las tres publicaciones son, sobre todo, un
homenaje y un acto de reconocimiento tanto a la obra como a la persona, y
resultan imprescindibles para entrar a conocer este universo poético que se
inició hace 70 años en una pequeña localidad conquense y allí sigue creciendo.
Dos
años antes de su muerte, el 17 de octubre de 2007, vino a Albacete a participar
en el ciclo de lecturas 5 Poetas en Otoño, que el Grupo La Confitería organiza
cada otoño en la Facultad de Humanidades, siendo ésta la única vez que leyó su
obra en Albacete. Memorable lectura que incluyó dos de los poemas más sobresalientes
escritos en nuestro idioma en las últimas décadas: Calderón de la Barca, 41 y Noche de Navidad. Nos anticipó también el título del libro que llevaba a medio, y
ha quedado para siempre inacabado: Eternidad
de lo perdido.