jueves, 27 de marzo de 2014

PALABRAS

Alguien dijo alguna vez eso de que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Como de tantas frases lapidarias, de las que forman parte del ideario común de una sociedad, nadie sabe con exactitud su autoría, y acaban siendo anónimas, y, peor, manidas y, por tanto, inanes.
Sí creo que somos lo que decimos, que, cuando hablamos, lo que decimos, y cómo lo decimos, y lo que callamos, nos describe y nos define como individuos, como personas. Pero no siempre podemos o no sabemos callarnos -aunque sepamos que deberíamos-, y desde luego no somos esclavos de nuestras palabras -aunque deberíamos. No, no lo somos, al menos en estos tiempos que corren.
Más bien, al contrario: parece que uno puede decir lo que le dé la gana, sin importarle si es falso y las consecuencias que sus palabras pueden conllevar: faltar a la verdad, insultar a los demás, manipular en beneficio propio datos, descalificar las ideas de los otros, y un interminable etcétera que siempre termina igual: con que no pasa nada. Son palabras que no sólo no esclavizan ni condenan a quien las dice, sino que, además, le reportan los beneficios, del tipo que sea, que pretendía.

Si no fuera así, ¿cómo se iban a decir delante de los micrófonos o el juez tantas cosas que se están diciendo en los últimos tiempos sin que pase nada? Más que esclavitud, hay impunidad. Podemos, por ejemplo, estar frontalmente en contra del aborto. Pero, si fuéramos esclavos de nuestras palabras, ¿cómo íbamos a comparar la práctica legal del aborto con el holocausto que practicó el régimen nazi? Podemos rechazar de plano las reivindicaciones de los manifestantes de la marcha por la dignidad del pasado sábado, y anticipar los graves problemas de orden público que de ella se derivaron, pero, si realmente fuéramos esclavos de nuestras palabras, ¿cómo íbamos a comparar las reivindicaciones de esos manifestantes, en su gran mayoría pensionistas y desempleados, con el idearium de un grupo neonazi?  
EL CATALEJO. RADIO CHINCHILLA.
jueves, 27 de marzo de 2014.

jueves, 20 de marzo de 2014

PRIMAVERA

Según el Instituto Geográfico Nacional, este año la primavera comenzará hoy, jueves, 20 de marzo, a las 6 menos tres minutos de la tarde, y durará 92 días y 18 horas.
A mi me resulta inevitable recordar a Machado -de cuya desaparición se cumplieron 75 años el pasado 22 de febrero- cuando escucho o hablo de la primavera. A él le debemos los más que populares versos la primavera ha venido. Nadie sabe cómo ha sido. Y a él le debemos, además, algunos de los mejores poemas en donde se alude a esta estación, o se la usa como excusa para hacer público un hondo sentimiento. Uno de ellos es el dedicado y titulado A José María Palacio, cuya lectura y estudio es más que recomendable.
Pero es A un olmo seco, uno de los mejores textos poéticos de la historia de la literatura española, en el que nos vamos a detener. En él, el autor  compara un árbol casi muerto por la grafiosis con el cuerpo enfermo de tuberculosis de Leonor Izquierdo, su esposa. Al observar que, a pesar del avanzado estado de deterioro del olmo, y debido a la llegada de la primavera, algunas hojas verdes le han salido, concibe la esperanza de que, con la primavera, también su esposa mejore y se recupere de la enfermedad. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera termina el poema.

Era mayo de 1912. Si Don Antonio viviera en estos tiempos, en los que, según las encuestas, la tuberculosis no está entre los diez, ni siquiera entre los veinte problemas más acuciantes de los españoles, ¿qué otro milagro esperaría de la primavera? ¿Qué milagros esperan nuestros corazones hoy, en esta inminente primavera de 2014? Mucho me temo que los mismos que el invierno que termina y los mismos que esperábamos el otoño pasado, que es lo mismo que esperamos hace ya demasiado tiempo: que la situación económica mejore para todos, que desaparezca la corrupción de la vida pública y política, que se restablezcan la justicia y la paz sociales, que las palabras crisis, paro y desahucio dejen dejen de ser las más escuchadas, las más usadas, y, sobre todo, que no tengamos que esperar milagros ni de la primavera ni de nadie.  
EL CATALEJO. RADIO CHINCHILLA.
jueves, 20 de marzo de 2014.

jueves, 13 de marzo de 2014

PUREZA

Esta tarde, a las 7 y media, se presenta en La Popular la antología del haiku contemporáneo escrito en castellano, Un viejo Estanque. Entre los aciertos de los antólogos, Susana Benet y nuestro catalejista Frutos Soriano, dos de los mejores especialistas de esta estrofa oriental, está el desprecio del purismo, o la pureza, en la concepción del haiku como forma tradicional. De otra manera, muy pocos, por no decir ninguno, habrían sido los autores y los haikus seleccionados, pues es muy difícil, sino imposible, verter al castellano del siglo XXI el japonés del XVII, y no hablo sólo de idioma. Hablo también, y sobre todo, de cultura y de visión de la vida.
Y es que el afán de superación de lo puro, de la inamovible tradición, en la búsqueda de más y mejor, y la apertura hacia otras propuestas, y su integración, resultando en mestizaje, o como se dice últimamente, fusión, cuando está bien hecha, es lo que hace que las formas artísticas y los pueblos evolucionen. Y la historia está plagada de ejemplos. Les cito uno clarísimo en un campo artístico muy concreto y tradicionalmente demasiado acotado: el disco de Camarón La Leyenda del tiempo, que escandalizó a los puristas del flamenco al escuchar entre los acordes de la guitarra española y la voz de Camarón, un bajo eléctrico, pero que cambió en 1979 y para siempre la historia del cante flamenco.  

La pureza, la obsesión por ella, en sentido más general, lejos de ser una virtud, acaba siendo una idea pésima en todo. Quienes se obstinan en reivindicarla, casi siempre es para ocultar algo, quizá algún complejo. Y recordemos que cuando alguna nación, algún régimen, la ha usado como bandera, al final todo ha terminado en hogueras, en humo, en cenizas.
EL CATALEJO. RADIO CHINCHILLA.
jueves, 13 de marzo de 2014.

jueves, 6 de marzo de 2014

DE HOMBRES Y PERROS

Observo desde hace tiempo en Albacete una afición por los perros nada común. No es sólo que haya aumentado el número de ciudadanos paseando sus mascotas por parques y calles, sino que se aprecia una afecto por estos animales que, al menos yo, no percibía antes.
Reconozco que yo tengo perro y le profeso una querencia que espero que sea al menos proporcional a la que él me demuestra, que llevo tiempo deseando dedicarle este minuto y medio, y que no acababa de decidirme porque siempre he creído que quien no tiene o no ha tenido perro no puede entender ni aceptar fácilmente lo que decimos los que sí tenemos. Al contrario, lo más probable es que piensen que estamos locos de remate.
En todo caso, algunos hechos que me han ocurrido últimamente me han animado por fin a decidirme. Les cuento uno de esos hechos: volvíamos Nelson -que es como se llama mi perro- y yo del parque, y en Octavio Cuartero me encuentro con un amigo, Jose, que no sabía que yo tenía esta mascota. Estuvimos parados, hablando casi una hora, lo que nunca antes me había sucedido con este amigo. Por supuesto, el tema de conversación fue los perros. Yo  tampoco sabía que él también tenía, y más de uno, repartidos entre su casa y en una parcela familiar. El caso es que no cesó de acariciar a Nelson y alabar la alegría y la nobleza con que el animal respondía a sus mimos, y yo no había visto antes a Jose tan simpático y tan amable. Me recomendó, y no sólo por la alusión a los canes, la lectura de El hombre que amaba a los perros del cubano  Leonardo Padura.
Días después, otro amigo común me decía que había estado con Jose y cómo éste, tras comentarle sobre nuestro encuentro y nuestro común aprecio a los perros, se deshacía en elogios hacia mi persona por ser propietario y cuidar tan bien a uno de ellos. Admito que en principio me molestó que se tuviera una opinión de mí dependiendo que tuviera perro o no, o de que lo cuidara mejor o peor, pero después pensé que quizás a mí me había ocurrido lo mismo respecto a él.

Para terminar, aprovecho para recordar a mis compañeros Desi, Paco y Fran, que todavía no participan de este afecto, que los restos de perros sobre las aceras son culpa de los propietarios y no de los perrillos, y que esto no les impida, cuando las circunstancias sean propicias, acoger a uno de ellos. Y cuando esto ocurra, espero que no tengan demasiados motivos para recurrir al clásico Diógenes de Sinope en lo de cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro.
EL CATALEJO. RADIO CHINCHILLA,
jueves, 6 de marzo de 2014.