martes, 17 de marzo de 2015

ENCONTRADOS LOS RESTOS DE CERVANTES. DOCUMENTOS CERVANTINOS, DE CRISTÓBAL PÉREZ PASTOR

HOY, MARTES, 17 DE MARZO DE 2015, HAN IDENTIFICADO, POR FIN, UNOS RESTOS COMO LOS DE MIGUEL DE CERVANTES. EL SIGUIENTE ARTÍCULO APARECIÓ EL 5 DE FEBRERO EN EL CATALEJO. RADIO CHINCHILLA:

Después de más de nueve meses, siguen, y de momento infructuosamente, buscando los restos de Cervantes en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid. Tras acceder a la cripta del convento, el pasado 24 de enero se halló un féretro en uno de cuyos laterales estaban incrustadas las iniciales “M.C.”. El día 26 de enero, algún medio aseguraba que ese féretro albergó el cadáver del Príncipe de las Letras; el análisis de los restos hallados en su interior, sin embargo, no ha arrojado los resultados esperados.
A un albacetense ilustre debemos el hallazgo y la publicación del documento que prueba que Miguel de Cervantes fue enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas. Nos referimos al polígrafo y bibliógrafo, nacido en la localidad de Tobarra en 1842, Cristóbal Pérez Pastor.
Este sacerdote, capellán de Atocha y de las Descalzas Reales, fue  además doctor en Física y Química, catedrático de Agricultura en San Juan de Puerto Rico y completó estudios en la Escuela superior Diplomática de Madrid. En 1881 ingresó en el Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios y trabajó en Biblioteca Nacional, la Real Academia de la Historia y el Archivo Histórico Nacional. Fue uno de los más ilustres bibliófilos españoles junto a Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal. En 1905 organizó la Exposición Cervantina del centenario que se exhibió en la Biblioteca Nacional y fue elegido para formar parte de la Real Academia Española.

Sobre Cervantes, es autor de dos obras de investigación: Cervantes en Valladolid y, la más importante de todas sus publicaciones, Documentos Cervantinos, en 2 tomos, de 1897 y 1902, respectivamente; recoge en 150 documentos datos y hechos inéditos y desconocidos hasta entonces sobre la vida del autor de El Quijote.
En el apéndice I del primer tomo y en el II de segundo tomo de esta interesante recopilación bibliográfica, titulados ambos “La sepultura de Cervantes”, se reproducen y comentan los documentos que acreditan que fue en el convento de las Trinitarias donde fue enterrado Cervantes. Y a este insigne albacetense, nacido en Tobarra, debemos este descubrimiento y que alguna vez sean por fin hallados sus restos.

https://elpais.com/ccaa/2015/01/25/madrid/1422223773_287206.html

El Catalejo. Radio Chinchilla,
jueves, 5 de febrero.

jueves, 12 de febrero de 2015

CERVANTES, POETA

En el Catalejo de hace 2 jueves, el del 29 de enero, decíamos que Cervantes se lamentaba de no ser un gran poeta, que era lo que entonces daba el reconocimiento como escritor. Es cierto que la obra poética de Cervantes no es muy extensa. Su único libro de poesía propiamente dicho es “El Viaje del Parnaso”; además escribió unos cuantos sonetos, romances, y otros que no suman más de 100 páginas, más otras tantas reuniendo los diversos poemas intercalados en sus obras teatrales y en prosa, incluido El Quijote.
En el conocido noveno terceto del primer capítulo de El Viaje del Parnaso, publicado, al igual que la segunda parte del El Quijote, en el último tramo de su vida,  Cervantes acepta irremediablemente  su condición de poeta menor. Así lo decía:

Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo

A este respecto, Luis Alberto de Cuenca, en el volumen “Miguel de Cervantes. Poesía”, con Edición, selección e introducción de Alberto Blecua y Notas de Antonio Lasheras, publicado por Olifante. Ediciones de Poesía, en 2005, afirma:

...ni aun cuando su carrera literaria y su existencia tocaban a su fin dio Cervantes la espalda a la fascinación que ejercía en él la poesía y su deseo de militar en las filas de los poetas. Poco antes de morir, en la “Adjunta al Parnaso”, escribe: “Yo, por la gracia de Apolo, soy poeta, o lo menos deseo serlo.”  

Y más adelante, en el mismo texto, el mismo autor añade:

Es bien sabido que fueron sus coetáneos los primeros que dudaron del genio poético cervantino. Especialmente dura, por las palabras utilizadas y por venir de quien venía, fue la descalificación proveniente de Lope de Vega, quien llegó a decir que no había por aquellos años poeta tan malo como Cervantes, ni nadie “tan necio que alabe a Don Quijote (aunque más tarde, en el Laurel de Apolo, rectificase su opinión). Esteban Manuel de Villegas motejó a Cervantes de “mal poeta”. Cristóbal Suárez de Figueroa, Baltasar Gracián y Vicente Espinel tampoco ahorraron juicios negativos para con él.

No obstante, en la misma antología, su responsable, Alberto Blecua, tercia, y nosotros estamos de acuerdo, de esta manera:

Cervantes es, sin embargo, un magnífico poeta. De su tiempo, apostillo. No hay que compararlo a Lope, Góngora o los Argensola, o a Quevedo, de quien fue excelente amigo. Él se formó con otros modelos más arcaicos y con otra poética…

  Cervantes murió, pues, con la aflicción de creerse peor poeta de lo que en realidad fue y, todavía peor, sin la satisfacción de saber que en prosa, mientras componía El Quijote, estaba estableciendo una referencia que cuatro siglos después sigue siendo irrenunciable para cualquier escritor de cualquier idioma en cualquier género.

jueves, 29 de enero de 2015

EL QUIJOTE 3: "MADRID, 1605."

¿Cómo fue el proceso de publicación de “El Quijote”? ¿Qué tribulaciones tendría que sortear Cervantes para que alguien, allá a principios del siglo XVII, se interesara en publicar esa gruesa historia de un viejo chiflado que imitaba a los idílicos héroes pintados en las inverosímiles historias de caballerías de épocas anteriores? Cervantes, hasta después de El Quijote, no fue un escritor de éxito. Ni era popular ni pudo vivir de las ventas de sus libros. Él mismo se consideraba un fracasado en esto de la literatura. No pudo triunfar en lo que entonces daba la fama como escritor, que era la poesía y, sobre todo, el teatro. Es fácil suponer, por tanto, que sus obras no fueran precisamente de las más demandadas por el público o los editores.
Por otra parte, ¿qué responsabilidad, qué protagonismo pudieron tener Juan de la Cuesta y Francisco de Robles, impresor y editor, respectivamente, para que el libro fuera editado como lo fue en 1605 y 1615? ¿Qué indicaciones siguieron, si siguieron algunas, de Cervantes, o de alguna otra persona con autoridad para permitir o impedir la publicación de libros en aquella época?
En la novela “Madrid, 1605”, publicada en Algaida, en 2012, Eloy M. Cebrián y Francisco Mendoza, coautores de la misma, fantasean con éstas y otras muchas preguntas y suponen posibles respuestas. La novela cuenta dos historias, separadas por 4 siglos y unidas por el descubrimiento de un manuscrito que describe, por alguien que lo vivió, los trabajos y penalidades que hubo de sufrir Cervantes para ver publicada la primera parte de El Quijote. Las dos historias están magistral, perfectamente imbricadas, contadas por voces y narradores distintos aunque dependientes, unos dentro y a partir de otros, y siempre siguiendo un hilo conductor que en todo momento tira de nuestra atención y nuestro interés para seguir leyendo, explotando así esos recursos y técnicas que, precisamente, “inventó” el genio alcalaíno, y con los que dio los primeros pasos en el camino del género que hoy llamamos “novela”.
Apunto  como detalle ciertamente interesante, que el protagonista principal de “Madrid, 1605”, Erasmo de Mendoza, un profesor jubilado, bibliófilo empedernido, es trasunto de uno de sus autores, el profesor jubilado, bibliófilo no menos empedernido, Francisco Mendoza Díaz-Maroto, afincado en nuestra ciudad desde los años 70.

“Madrid, 1605” es una gran novela, ingeniosa, deliciosamente elaborada, altamente entretenida, cuya lectura podría impulsar a quienes no lo hayan hecho aún, a leer la obra cervantina, ya que es, ante todo, un tributo personal y un genial acto de amor de dos cualificados amantes de los libros hacia éste, sublime, inagotable e imperecedero que es “El Quijote”.

jueves, 22 de enero de 2015

EL QUIJOTE: ”Grandes hitos de la historia de la novela euroamericana: Vol. I. Desde sus inicios hasta el Romanticismo.”

Recordarán los oyentes que dejamos el Catalejo del jueves pasado preparado para una segunda parte, que es ésta. Los interrogantes de una lectora norteamericana cuestionando la importancia de el Quijote fueron contestados, en primera instancia, con los argumentos de que este libro constituye el punto de partida de lo que se entiende como “novela moderna” y de que, de no ser por él, no existiría como tal la obra de los grandes escritores del género, entre otros, la de los referentes norteamericanos, desde el Mobby Dick, de Melville, hasta la de los maestros del siglo XX Faulkner y Hemingway.
Y, como decíamos, la cosa no quedó ahí. Porque al día siguiente,  a la joven norteamericana se le entregó, para su información y documentación, un ejemplar del primer volumen de la trilogía ”Grandes hitos de la historia de la novela euroamericana”, que va “Desde sus inicios hasta el Romanticismo”, y cuyo autor es nuestro Catedrático de Literatura Comparada Juan Bravo Castillo.
Viene esta obra muy a cuento, ya que el capítulo nuclear, el más extenso y quizá el más sobresaliente es, como no podía ser ser de otro modo, el dedicado al el Quijote. En él, Juan Bravo ofrece al lector las respuestas a todas las preguntas que planteaba nuestra lectora americana sobre la importancia y trascendencia de El Quijote, y a cuantas nos hagamos hecho nosotros, y a cuantas no nos hayamos hecho todavía. El capítulo, de casi cien páginas, es un modelo de análisis crítico, de capacidad de síntesis, un alarde de magisterio imprescindible para todo aquél que, habiendo leído la obra cervantina, quiera saber sobre su génesis y su proceso de creación, por ejemplo; e imprescindible también para quien no la haya leído aún y quiera saber antes qué es lo que se puede encontrar en su lectura.
El segundo volumen de esta trilogía sobre la historia de la novela está centrado en el siglo XiX; el tercero, que saldrá en breve, sobre los novelistas del siglo XX. Justo es decir que esta obra es una de las más exigentes, ambiciosas y respetables que sobre la novela, el género literario más cultivado y de más éxito a lo largo de la historia de la literatura, se haya escrito, y sitúa a su autor, el profesor, crítico y escritor Juan Bravo, como una de las grandes autoridades en la materia.

jueves, 15 de enero de 2015

EL QUIJOTE: 4 SIGLOS DE LA PUBLICACIÓN DE LA 2º PARTE

Hace 4 siglos salió a la luz la 2ª parte de la que es considerada por la mayoría de la crítica como “la mejor obra literaria jamás escrita”. Nos referimos, naturalmente, a El Quijote. Apareció con un título distinto al de la primera parte: es decir, pasó de ser “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” a “El ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha”.
Es muy probable que sea, además, el libro del que más se ha escrito, el que más se ha estudiado, la obra literaria más conocida en todo el mundo, la más veces publicada y la más veces traducida, y, a partir de este año que empieza, todavía lo será mucho más.
Pero, ¿es realmente tan interesante, tan importante? Y, si es así, ¿por qué, por qué ese interés? ¿Dónde, en qué se justifica tanta importancia? ¿Cúales son las claves para apreciar tantas y tan buenas cualidades como parece que contiene? ¿Ciertamente significa tanto para la historia de arte, de la cultura española y universal? ¿Es, para resumir, tan bueno?
Aún asumiendo que uno haya leído el libro -cosa que nos consta que ha hecho mucha, muchísima menos gente de lo que podríamos pensar-, no es en absoluto fácil atreverse a responder convincentemente y con un mínimo de criterio a alguna, a una sola de estas preguntas.
En una distendida conversación sobre literatura en general dentro de una clase de Inglés, una joven auxiliar de conversación americana -una lectora, como se dice coloquialmente-, graduada en Filología Hispánica y Sicología y destinada este curso en una Facultad del campus universitario de nuestra ciudad lanzó semejantes preguntas al grupo de alumnos.
Tras unos segundos de silencio y desconcierto entre los alumnos, el profesor terció explicándole a la joven norteamericana que la importancia de El Quijote estaría más que sobradamente justificada con el hecho de que ese libro es con el que se da inicio a lo que hoy, y desde poco después de su publicación, se conoce y se entiende como “novela moderna”, sin duda el género literario más cultivado y de más éxito desde entonces, y sin cuya influencia probablemente no existiría la obra de ilustres novelistas como Herman Melville, Mark Twain, William Faulkner o Ernest Hemingway, por dar sólo nombres de autores norteamericanos confesamente devotos deudores del escritor alcalaíno.
Me consta que no terminó ahí aquella conversación, ni mucho menos, pero si os parece me guardo la continuación, como una segunda parte, para una próxima entrega de este Catalejo, que será acaso la del jueves que viene.
El Catalejo. Radio Chinchilla,
jueves, 15 de enero de 2015.