jueves, 12 de febrero de 2015

CERVANTES, POETA

En el Catalejo de hace 2 jueves, el del 29 de enero, decíamos que Cervantes se lamentaba de no ser un gran poeta, que era lo que entonces daba el reconocimiento como escritor. Es cierto que la obra poética de Cervantes no es muy extensa. Su único libro de poesía propiamente dicho es “El Viaje del Parnaso”; además escribió unos cuantos sonetos, romances, y otros que no suman más de 100 páginas, más otras tantas reuniendo los diversos poemas intercalados en sus obras teatrales y en prosa, incluido El Quijote.
En el conocido noveno terceto del primer capítulo de El Viaje del Parnaso, publicado, al igual que la segunda parte del El Quijote, en el último tramo de su vida,  Cervantes acepta irremediablemente  su condición de poeta menor. Así lo decía:

Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo

A este respecto, Luis Alberto de Cuenca, en el volumen “Miguel de Cervantes. Poesía”, con Edición, selección e introducción de Alberto Blecua y Notas de Antonio Lasheras, publicado por Olifante. Ediciones de Poesía, en 2005, afirma:

...ni aun cuando su carrera literaria y su existencia tocaban a su fin dio Cervantes la espalda a la fascinación que ejercía en él la poesía y su deseo de militar en las filas de los poetas. Poco antes de morir, en la “Adjunta al Parnaso”, escribe: “Yo, por la gracia de Apolo, soy poeta, o lo menos deseo serlo.”  

Y más adelante, en el mismo texto, el mismo autor añade:

Es bien sabido que fueron sus coetáneos los primeros que dudaron del genio poético cervantino. Especialmente dura, por las palabras utilizadas y por venir de quien venía, fue la descalificación proveniente de Lope de Vega, quien llegó a decir que no había por aquellos años poeta tan malo como Cervantes, ni nadie “tan necio que alabe a Don Quijote (aunque más tarde, en el Laurel de Apolo, rectificase su opinión). Esteban Manuel de Villegas motejó a Cervantes de “mal poeta”. Cristóbal Suárez de Figueroa, Baltasar Gracián y Vicente Espinel tampoco ahorraron juicios negativos para con él.

No obstante, en la misma antología, su responsable, Alberto Blecua, tercia, y nosotros estamos de acuerdo, de esta manera:

Cervantes es, sin embargo, un magnífico poeta. De su tiempo, apostillo. No hay que compararlo a Lope, Góngora o los Argensola, o a Quevedo, de quien fue excelente amigo. Él se formó con otros modelos más arcaicos y con otra poética…

  Cervantes murió, pues, con la aflicción de creerse peor poeta de lo que en realidad fue y, todavía peor, sin la satisfacción de saber que en prosa, mientras componía El Quijote, estaba estableciendo una referencia que cuatro siglos después sigue siendo irrenunciable para cualquier escritor de cualquier idioma en cualquier género.